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Mostrando entradas de junio, 2024

DÉJAME (Poema)

  Déjame besarte a solas la frente y así conseguir abrir el portal de tu alma y el cuarto secreto de tu mente embrujada. Déjame sin ahora en este tiempo suspenso, en este lugar de los crepúsculos rosas y de los corceles de nubes de trote alegre. Déjame acariciar tu costado abierto, coserlo y convertirlo en terciopelo verde. Déjame fingir que no todo ha pasado y que no me voy muriendo por verte. Te dejo un trozo de mis sueños en un abrazo de este loco enfermo que siempre te quiere, siempre. Te dejo dormir en mi regazo y una canción contagiosa acunando para que en algún instante me recuerdes.

EL GATO AZKAR (Relato)

         Azkar, el gato resabiado, era uno de los felinos más recelosos en todo el territorio animal. Con su pelaje largo y negro del tipo persa parecía un gato adorable, pero su color, su actitud y escepticismo le conferían un cierto grado de desconfianza. Y mejor así porque no era muy de fiar.      Cuando sólo era una pequeña bola de lana sus pasiones no se limitaban a jugar con los ovillos y los juguetes de los niños, o a perseguir embobado a las moscas. Sus divertimentos eran algo más intelectuales. Se aplicaba en arrancar, devorando o haciendo trizas hasta la última página de los libros de la estantería, a los que accedía con un salto felino, como era de esperar. También se las arreglaba para tocar y extirpar los botones sujetos al teclado del ordenador de la casa. Lo mismo que le encantaba desmigar los cuentos y textos más diversos, conseguía rayar los cedes de música dejados por azar a su alcance. Únicamente que no lograba ...

SERES REDONDOS (Poema)

         Eran seres redondos, sin puntas, acostumbrados a rodar el camino girando en las encrucijadas por las dudas, sin poder determinar si iban al principio o volvían del final, errando las andadas. Despreciados por orondos, desesperados, resignándose a no ser tenidos en cuenta y a no ser nunca escuchados siquiera entre el estrépito del chocar de sus zapatos. Apenas se les oía como un crepitar de fuego o una sutil explosión de burbujas al viento. Les exasperaba la acometida del río, empujados como cantos rodados frágiles, triturados por el filo de su torrente. Con vértigo en sus cascadas de fiebre, se mareaban en los remolinos y nunca sabían llegar a los remansos. Al fin fueron a parar a una orilla del océano. Y allí, desmenuzados, ya pudieron soñar porque sólo eran arena suspendida en aguas de un viaje entre uno y otro mar. Y allí, al final, se volvieron seres del aire.

RUMORES Y ESPEJOS DE BARAKALDO 13

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