PARADÓJICOS (Poema)
El alba celeste o la
noche terminan
en el mismo lugar en que comienzan,
fuente de su
inacabable camino.
Los días se cuentan o
se restan y al final
el resultado es
igual, el mismo instante.
Los pasos dejan
rastros de un círculo mágico,
convertido en un
circuito concéntrico de laberintos
que confinan momentos
intactos, imperecederos.
La lluvia parece
renacer el agua, la tierra
y el tiempo de siega,
pero sólo regresa,
recuerda al océano de
donde alzó su vuelo.
Los amores se atraen
como un imán
y, con los años
pasados, como un imán pesan
o se repelen por su
lado amargo.
Hay sueños que rinden
cuentas y costas
y semejan o se hacen realidad,
y hay realidades tan
brumosas
que se convierten en
pesadillas,
trances y delirios
que no encuentran despertar.
Oír sonidos que
quieren ser música
y sus melodías son sólo ruido.
Un sillón es distinto
a su sombra al sol,
ser mirado por
delante o por detrás,
pero no se niega a
ser el mismo sillón.
Un hombre siempre es diferente
cuando lo miras por
la espalda
y cuando lo ves de
frente,
pero cuánto daría por
no ser igual
a otros caminantes,
otro más, indiferente.
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