EL CONCURSO SEMINAL (Relato- Segunda parte)

 




     Alex fue avisado por Lito para una convocatoria de cierta urgencia en el centro de reunión. Con cierto misterio se mostró reticente a aclararle el motivo de la premura para adelantar la cita habitual, y no le quiso avanzar de qué se trataba. Tenía que acudir esa misma tarde al lugar de siempre y así lo hizo.

     Incluso antes de aproximarse descubrió entre sus camaradas a un personaje desconocido que parecía recién llegado. Portaba éste un curioso monóculo en el ojo izquierdo. Con los saludos de rigor Lito presentó al nuevo tertuliano incorporado.

     -Chicos, este es Bartok.

     - ¡Eho, Bartok! – fue la respuesta unánime de los demás.

     Continuó Lito la salutación…

     -Criado entre las filas de los implantófilos, este buen fichaje ha rechazado seguir con ellos, negándose a actualizar los sistemas insertados en su cuerpo e incluso ha conseguido que se le extraigan la mayoría de tales dispositivos. Este hecho ha provocado fuertes disensiones entre sus seguidores, según refiere Trash, que es quien nos ha puesto en contacto.

     - Sí. Bien. Pero no nos volvamos locos – intervino Licua -. Tampoco eso supondrá una derrota total entre sus acólitos. Y sólo conocemos parte de lo ocurrido y por sus propias referencias. Quién nos dice que esto no producirá un contraataque sin cuartel por su parte o que todo ello no se trate de una estrategia, siempre y cuando no sea que en realidad se desenmascare como un delator o un colaborador… ¡Oh, no! ¿No serás un confidente, verdad? Y perdona la expresión.

     Como era de esperar Licua observó el resto de posibilidades atribuibles al perfil del recién incorporado. Por el contrario, él comenzó a reírse y respondió…

     -Os aseguro que no está en mi ánimo actuar como un soplón, ni creo que vosotros me lo permitierais, ¿no es cierto? Sinceramente y tras sopesarlo concienzudamente, considero que incrustar en el cuerpo artilugios, que, además de ser innecesarios, pueden provocar daños, es un absurdo. Incluso su base práctica es, por otro lado, de dudosa efectividad. En todo caso si queréis observar mis brazos podréis ver las cicatrices de la extirpación – dicho esto dobló las mangas de su buzo y los mostró desde las muñecas hasta el codo.

     - ¿Y bien? – repuso Alex cortando el debate -. ¿Cuál es la causa de esta junta extraordinaria que no se podía aplazar hasta el señalamiento acostumbrado más adelante?

     - Eso será mejor que te lo diga el propio Bartok… - respondió Celes.

     -…que es quien nos ha aportado la noticia - remató Tina.

     - Bueno. Ese es otro de los motivos que me trae a esta camarilla. Pues bien, como ya sabéis cada año se celebra el concurso seminal, que selecciona de entre la base de datos mundial el conjunto de genes más exclusivos, mejor desarrollados y prometedores. Es el certamen promovido por la corporación de empresas como C.O.M.E.Com. y las cadenas de noticias, como ya sabéis. No os descubro nada nuevo si os digo que el objetivo es perpetuar su A.D.N. y combinar su información hereditaria en una secuencia genética susceptible de ser reproducida en los futuros centros natalicios - apuntó Bartok.

     - Pero eso implica la eliminación de la diversidad, ¿no es cierto? - objetó Alex.

     - No, no. La idea es conservar todas las… posibilidades. Hasta ahora la gente se resiste a nivel personal a estas fecundaciones inseminadas. Pero parece que, aventurando una proyección lógica basada en la selección natural, éste debe ser el objetivo innegable de la perpetuación humana como especie. Y debo decirte a todo esto que tú has sido preseleccionado.

     - ¿Perteneces a alguno de esos centros natalicios? - replicó Trash -. Yo te conozco hace cierto tiempo y sé que eres un funcionario de una delegación sectorial…, en una comisión zonal, creo. Pero no acabo de entender cómo posees tanta información posiblemente… ¿reservada?

     - Aun perteneciendo a una delegación menor, es cierto, en esos ámbitos se oyen rumores de todo tipo. Y en concreto esa noticia parece estar ratificada. De hecho, a Alex le llegará seguramente la confirmación oficial en breve. Como te conocía a ti, Trash, te pedí que intercedieras y me integrases en este círculo.

     - ¡Felicidades, Alex…! – tercio Tina.

     - ¡Por lo que nos pueda tocar de prestigio y fama al resto del grupo! – concluyó Celes.

     - Por cierto, ¿dónde está Natale? - preguntó Lito.

     - Es verdad. ¿En casa, en el trabajo, de visita con algún familiar…? – resumió Licua.

     - ¡No me digáis que no le habéis llamado! Contaba con ello, sobre todo por cuanto has sido tú, Lito, el que has convocado esta reunión. O así lo pensaba yo, al menos - se sorprendió Alex.

     - Lo siento. La citación partió de Trash, que yo sepa. Y, aun así, yo pensaba que lo harías tú por ser tu mejor amigo.

     - No sé nada de él desde hace unos días a causa del duelo. Así que ahora mismo me voy a ir a su casa para interesarme. Ya me diréis cómo acaba el debate. En fin, Bartok, seguiremos en contacto y podrás contarme en profundidad qué es todo eso del concurso seminal. Bien, chicos, nos veremos.

     - ¡Bueee…! - contestaron a la vez todos, excepto Bartok.

                                 ***** *******************************

     Durante el viaje de vuelta a su casa estuvo dándole vueltas a la cabeza sobre lo dicho por el nuevo miembro del grupo de reunión. Después de que Alex iniciara un proceso judicial contra la corporación, bajo el supuesto de que él nunca otorgó los derechos de su patente del potenciador a la C.O.M.E.Com., sus preocupaciones no habían hecho más que aumentar.

     Oscurecía. Caminaba prácticamente sólo en una avenida ya sin tráfico, sin personas, sin vida detectable. La luz del paraje, acondicionada para un mínimo consumo y una penosa claridad potenciaba más las sombras que las realidades.

     También sus neuras se habían multiplicado y de cuando en cuando notaba la silueta de alguien que parecía seguirle. De hecho, había bajado del taxi un tanto lejos de su domicilio con la intención de reflexionar sobre el asunto y pasar a visitar a su amigo Natale. Y allí de camino intuía esa sombra inquietante al acecho. Si bien el proceso legal se había archivado, al no ser apoyado por la sección de investigación del Neutralizador, no se habían detenido sus malos augurios.

      A sólo tres pasos del apartamento de Natale se tranquilizó y bajó la guardia. Ese fue el instante en que percibió que una mano se apoyaba por detrás en su hombro. Un segundo de mil palpitaciones le costó darse la vuelta. Al girarse el rostro de su amigo se plantó ante él. Dio un respingo y jadeó aliviado. Con un acceso de tos pudo certificar que estaba vivo.

     - ¡Serás cab…! – acertó a decir al cabo.

     - ¡Vamos tranquilo! Me imaginaba que vendrías. Así que te estaba esperando fuera. He visto a gente muy rara por el barrio. Por eso acechaba por los alrededores. Ahora que has llegado me siento más calmado. Vamos dentro, que tengo algo que contarte.

     - ¿Pero no te das cuenta de que has estado a punto de causarme un paro cardiaco?

     - ¡Bueno, no será para tanto! – mientras le empujaba escaleras arriba le avanzó -. Vamos, estoy loco por contarte algo. Pasemos al interior – le franqueó la puerta.

          Ya dentro, tras asfixiarle Natale con uno de sus inusitados abrazos, que hubiera provocado la repulsión de muchos de sus amigos, continuó Alex…

     - ¿Qué es ello y con tanto misterio? Yo que venía a ver si te había pasado algo y para comentarte las convocatorias del grupo y del club…, de los que formas parte, aunque no te presentes. Y me recibes así.

     - ¿No lo sabes, verdad?

     - Pero ¡joder!, ¿el qué?

     - ¡Agárrate! ¿Recuerdas la última reunión del club y de la intervención de nuestro amigo Malo?

     - ¡Pues claro!

     -Pues no cuentes más con él porque ha desaparecido del mapa. El azar ha hecho que me encontrara con el geógrafo Laetio y me ha contado la noticia. Todo indica que el transporte, la nave de línea en que se dirigía a un congreso de cosmología, se ha desplomado en el aire tras sufrir una extraña explosión.

     - ¡Oye, oye, pero ¿estás seguro?! ¿No te habrán gastado una broma?

     - ¿Tú me ves cara de broma? En fin. Ya te dije que recientemente tenían muchos accidentes. Bueno, pues en opinión de Laetio no se ha tratado de un accidente. Me ha dicho confidencialmente que a la hora del desastre se les prohibió, desde los estamentos oficiales del Neutralizador, efectuar contrastes de situación aérea en esas coordenadas. Tú me dirás a qué obedece tal restricción tan sospechosa. ¡Pobre Camarada!

     - ¡Cojones, no me lo puedo creer! ¡Joder!, pues como consecuencia de eso… verás. Supongo que te habrá llegado la citación para reunirnos el próximo martes en el punto señalado. Por tanto, como prevención y para evitar riesgos, hay que contactar con Laetio y situar con la brújula una nueva localización apartada para el día anterior, lunes. Va a ser la única forma de tener una cierta seguridad de no encontrarnos sorpresas.

     - ¡Bravo, me parece una idea genial!

     - ¿Supongo que también mantienes los audios de salida de todos tus aparatos de casa desconectados?

     - ¿Por quién me tomas? Es una de las cautelas básicas… Y ten cuidado tú también, sé discreto.

     - No te preocupes.

     - Por otro lado, es factible que entretanto intenten mantenernos controlados. Yo mismo me siento como vigilado recientemente.

     - Yo me temo lo mismo.

     - ¿Qué te parece si además acordamos en persona la cita con cada uno de los camaradas? Luego hablamos para repartirnos los contactos si te parece.

     - ¡Perfecto! Todas las precauciones van a ser pocas. De acuerdo. Y además creo que puede ser contraproducente que nos vean juntos a menudo. Así que me voy. Pero mantente en contacto si ocurre cualquier emergencia.

     - ¡Bueee…!

     Después de comprobar que no se vislumbraba a nadie en el rellano y las escaleras abandonó la morada.

     Sin embargo, esa misma noche fue un continuo sobresalto. Repetidamente, cada poco tiempo, saltaba la alarma en el inmueble en que residía. Se personó hasta tres veces allí la policía. Pero en todos los casos, tras realizar una inspección de cada rincón mientras los vecinos permanecían a la espera, no se detectó nada especial. Incluso una de las veces se desalojó el edificio para hacer una comprobación exhaustiva. No obstante, también acabó sin resultados. El mando policial destacado para coordinar y supervisar el reconocimiento terminó dirigiéndose a Alex directamente para comentarle que ese tipo de problemas con las alarmas eran normales. Lo que no supo desentrañar él fue por qué se lo comunicó expresamente a él cuando podía haberlo hecho a cualquier otro, o al presidente de la comunidad.

                      **************************************

     La heredad de la familia de Trash parecía un antiguo parque natural en las cercanías de la ciudad. Lo constituían varias hectáreas de terreno con bosques y pequeños altozanos, además de una exigua laguna de aguas oscuras y peces claros. Completaban la pieza central de la superficie construida cuatro edificaciones consistentes en la alquería, el granero, la cuadra y el almacén. Al lado unos invernaderos protegidos con cubiertas plásticas cosechaban distintos cultivos de frutas, legumbres y verduras.

     Alex nunca hubiera sospechado que tan cerca de una gran urbe se encontrara tal riqueza paisajística y natural a salvo de la especulación financiera y de la explotación empresarial. De hecho, hacía un instante él se había apeado de la accesible parada del monorraíl, apenas a dos kilómetros de la propiedad.

     Bien es verdad que para llegar hasta allí había tenido que sortear algún obstáculo. Casi a la salida de la estación se topó con unos pabellones decaídos en su miseria, aunque no deshabitados. Sus desdentadas bocas sin puertas estaban protegidas por un ejército de indigentes que merodeaba por allí sin rumbo. No se trataba de guardianes porque en su interior nada había que guardar si exceptuamos un sinfín de pertenencias sin valor que constituían el ajuar de las estancias de aquellos desamparados.

     A su paso le atosigaron algunos pidiendo que les ayudase con comida o, como no portaba alimentos, cualquier cosa de valor para intercambiar por comestibles. Asegurándole al primero de ellos que no llevaba nada con que auxiliarles, se propuso continuar su camino. Pero un grupo de exaltados se interpuso cerrándole el paso. Insistían en que debía darles algo o lo lamentaría y no le dejarían partir. Ese fue el momento elegido para que su primer interlocutor saliera en su defensa.

     - No tenemos por qué comportarnos como rateros. Si hay algo que no nos han quitado aún es la dignidad. ¡Dejadle marchar!

     Sus gestos y parsimonia parecían conferirle una situación de liderazgo ante los demás, que aceptaron su consejo.

     - Gracias. Mi nombre es Alex – le ofreció su mano.

     - A mí me llaman Saturno. Pero te aseguro que no tengo ninguna pasión por devorar a mis hijos. Aunque si los tuviera probablemente hubiera engullido a más de uno para no verlos soportar esto. Ve tranquilo, pero no pierdas mucho tiempo, no sea que se arrepientan.

     - ¿Puedo hacer algo por ti de alguna otra forma que no sea con comida o pertenencias?

     - Es curioso que me lo digas. El último que me ofreció algo similar pretendía que le firmara un papel en el que aceptaba intervenir en extraños experimentos, probablemente con drogas, a cambio de una compensación monetaria. No digo que tu oferta tenga nada que ver. No lo entiendas mal.

     - Te aseguro que no está en mi ánimo tal cosa. No obstante, se me ocurre que te puedo dar esta tarjeta crediticia. En un par de días denunciaré la pérdida. Mientras tanto, puedes utilizarla. Si el cargo no es excesivo yo sufragaré el gasto. Pareces una persona razonable y culta. No entiendo cómo te hallas en esta tesitura.

     - No todo es cultura. Hace falta un poco de fortuna y no elegir un camino equivocado o asentir a cuanto nos exige la necesidad, sin escrúpulos éticos.

     Aquella frase dejó pensativo a Canon. Dándose cuenta Saturno, continuó…

     - Respecto a lo de la tarjeta he de decir que no. Ningún establecimiento se atrevería a facilitarme ninguna compra con mi aspecto. Ni tampoco nadie se atrevería a acercarse hasta estos páramos para traer comida a domicilio. Si es que esto se puede considerar tal.

     De pronto Alex cayó en la cuenta de que sí tenía un reloj de cierto precio que él podría fácilmente convertir en una recompensa monetaria o intercambiar por alimento. Al ir a despedirse le ofreció la mano y, en tanto se la apretaba, depositó en la suya el reloj. Levantando su palma en otro gesto de adiós se marchó a tiempo de escuchar un…

     - Se lo agradezco profundamente.

     Prosiguió Alex hasta el perfil de la hacienda de su amigo. Recorrida la verja exterior, accedió a la cancela de la entrada principal, tocó el botón del interfono. El perfil recortado en la pantalla y la voz conocida de su amigo Trash se escuchó saludándole al tiempo que sonaba el interruptor de apertura.

     Paseó por el camino de tierra que lindaba con un arroyo revoltoso de aguas díscolas. En sus revueltas y meandros, sombras y remolinos, las truchas y patinadores del agua se turnaban por el dominio y el susurro solista de la melodía acuática. En sus combates privados las primeras vencían en las zonas sombreadas y los últimos triunfaban al sol. Los juncos, cañas y mimbres hacían un gesto de reverencia al viento y semejaban saludar al visitante. En la imaginación de Canon su manera de doblarse más parecía un intento de acunar a cuantos insectos, roedores y pájaros acudían a beber.

     El enorme zaguán o los anchos vestíbulos con que contaban ese tipo de construcciones cumplirían a la perfección como base de operaciones y reuniones del club. Incluso podría permitir el relajo de los componentes si decidían alojarse el fin de semana. Un paisaje idílico muy propicio además si la intención era profundizar en las relaciones interpersonales.

     Próximo al pórtico compuesto por arcos decorados con ladrillos una jauría de perros rodeó al recién llegado. Poco más allá se oía el cacareo de gallinas y ocas que protestaban y demandaban salir del vallado. Mucho le sorprendió el sonido del relincho procedente de varios caballos que galopaban al borde del cercado. Pero todavía le causó una mayor perplejidad el quejido y la burla de un animal que casi no recordaba Canon. Era el rebuzno de un burro pendenciero.

     A la hora crepuscular destellos de oro peinaban el contorno arbolado de las lomas, los invernaderos y las cúspides de los edificios. Con una sonrisa le franqueó Trash el portón de entrada. Alex ya la tenía impresa en sus labios.

     Reunida toda la camarilla, procedieron como de costumbre con la tesis. La lectura de los términos desarrollados en el anterior cónclave no duró mucho. Al abrirse el espacio dedicado a la antítesis, pronto resulto evidente que una controversia flotaba en el ambiente. Cualquiera hubiera dicho que la unanimidad era absoluta en casi todos los asuntos. Pero estaba claro que todavía coleaba el asunto del potenciador porque volvió la polémica entre sus defensores y detractores. Si bien ya prácticamente nadie era su valedor a ultranza y únicamente alguno consideraba que no estaría de más disponer de él para un uso muy limitado y no pervertido del aparato. Las objeciones no se hicieron esperar. Incluso Alex, su creador, acabó por denunciar el riesgo de terminar siendo un artilugio útil para la congregación de empresas en un sentido de anulación de la personalidad.

     Sin embargo, causaron extrañeza las reticencias mostradas por Atila, hombre de unos cincuenta años de carácter avinagrado que solía pertrecharse con una casulla que le llegaba hasta las rodillas como una faldilla (de donde le vino el sobrenombre) y que se enardecía contra casi todos los avances técnicos que consideraba superfluos.  

     Se informó que estaba cercano el ciclo en que dispondrían de los fondos estructurales necesarios para financiar su ansiado proyecto. La idea era proceder a la siguiente fase de concreción de objetivos en torno al decidido viaje hasta un asteroide cuya elección aún no estaba tomada. Existía un abanico de posibilidades, pero era complicado definir cuál, por cuanto el traslado a uno u otro hacía variar también el acopio de capital y las necesidades técnicas, de las que querían prescindir en la medida de lo posible para no ser detectados.

     La opción de fletar una aeronave germinal estaba ya firmemente arraigada. En ella el conjunto de amigos fieles del club se desharían de todo instrumental innecesario y de cualquier posible conexión a las redes de datos dependientes de la Gran Gea. Eso sí, serían necesarias las arcas de animación suspendida con el fin de mantener los cuerpos en una especie de sueño criogénico controlado por el personal imprescindible, que se iría turnando hasta llegar a su destino. Eliminarían toda señal y cualquier pista sobre su rumbo y fiarían a su buena estrella el éxito de la travesía como buenos nautas de una Argos sideral. En su interior almacenarían una base de datos microscópica aislada e indetectable y las matrices genéticas de animales y plantas susceptibles de recrear un nuevo mundo. Incluso se debatió un nombre para tal transporte, saliendo elegido el de “Camino”.

     La compañía en que trabajaba Alex podría aportar la elaboración de algunas de las piezas de aleación que compondrían la propia estructura de la aeronave bajo las directrices del proyecto coordinado por los ingenieros que formaban parte del club. Otros componentes y partes se encargarían en otras firmas societarias para no dar lugar a sospechas. Posteriormente se ensamblarían los distintos elementos. La supervisión de Natale como ingeniero de estructuras dinámicas proporcionaría la dirección imprescindible en los sistemas operativos, el pilotaje y la orientación.

     En todo caso por fin podrían llegar a cubrir la inversión necesaria para confeccionarla con la aportación de Ariosto, nombre real y no apodo como la mayoría, hijo único de una familia adinerada. Ya contaban con la propuesta de colaborar en sufragar gastos por parte de Natale, cediendo su herencia, y con el dinero aportado por Alex procedente del desembolso de la C.O.M.E.Com. como pago por su invento.

     Y llegó el momento de la síntesis. Era básico formalizar mensajes de diagnóstico y pronóstico sobre todo lo debatido en la sesión. Se tomó como positiva y definitiva la opción de la nave con la misión de un nuevo éxodo y una naciente génesis. Fue solicitada una determinación o una alternativa final acerca del potenciador y la congregación empresarial. En ese momento tomó la palabra Natale diciendo…

     -En un principio no fueron más que presunciones, pero todos los datos recopilados por mis conocidos y por mí me llevan a pensar que la congregación de empresas utiliza la energía cerebral acumulada por el potenciador en beneficio propio, so pretexto de fomentar la capacidad neuronal. La mencionada idea de una comunidad de mentes en aras de un ulterior progreso y perfeccionamiento es sólo una falacia que promueve acomodar las conciencias. Buscan el aislamiento y el menor contacto con la realidad. Nuestras mentes se orientan cada vez más a la satisfacción inmediata. De forma inversa esto nos hace tener una menor resistencia a la frustración y nos hace más manipulables. Estamos ante la cosificación del sueño colectivo. En fechas próximas estaré en condiciones de confirmaros lo que os digo. Aunque las pruebas recopiladas hasta ahora me inducen a pensar que somos usados como meros acumuladores de energía recogida a posteriori en bases condensadoras de la C.O.M.E.Com.  En otras palabras, nos convierten en pilas. 

     El silencio y la consternación fueron totales. No obstante, la moción quedó en suspenso hasta reunir argumentos incontestables para poder decidir. Aun con el malestar de un dictamen que no convenía demorar mucho, quedó aplazada la evaluación y la votación para una posterior reunión del club.

                            **********************************

     La construcción parecía un edificio de oficinas normal de cinco alturas. Pero tras su aspecto nada excepcional la fachada poseía un acristalado de un material antibalas, recubierto de una tela de propiedades absorbentes incluso ante explosiones de cierta intensidad. Era el dominio de la todopoderosa Dirección de Sanidad convertida en un cedula de seguridad contra todo desorden criminal.

     Bajo el solar de la planta cero siete niveles de sótanos encerraban las estancias, salas y oficinas de los agentes reclutados entre el personal más eficiente y más leal. El acceso a cada uno de ellos exigía una fidelidad contrastada y progresiva, lo mismo en orden a su profundidad que a su seguridad. Bajo el perfil del último de estos se enclavaba la Gran Gea y sus secciones de gestión y gobierno.

     En una de las salas de gobernación Bartok y Trash contrastaban opiniones acerca del mantenimiento del sistema.

     -Tal parece que se observa una cierta resistencia de algunos cerebros a la interconexión –manifestó el del monóculo, Bartok.

     - No te preocupes. Es algo que ya veníamos detectando. Los técnicos ya están en ello –repuso Trash.

     - Supongo que ya te habrá llegado el informe sobre la elucubración inducida relativa a un despertar de la comunidad de conciencias. Después de fabricar un entorno de revolución sofocada examinamos las posibles reacciones.

     -Sí. ¡Ja! ¡Se lo tragan todo! Sin embargo, me preocupa un tanto una tonalidad subyacente que parece tender a subvertir una idea profunda, una llamada subconsciente a la oposición a todo lo impuesto. Y no deja de intranquilizarme una hipótesis utópica que evaluaron dos supervisores científicos de la Gran Gea. Su pronóstico era remoto y prácticamente imposible: una comunidad de conciencia que gravitara en lo profundo del ser, indetectable, y que hiciera coincidir la energía neuronal del global de individuos sometidos al potenciador ante el riesgo de desaparición o anulación de identidad. Hablaban de algo como una noesis que se propaga, de una pulsión relegada casi al inconsciente, pero que funcionaría como un iniciador de una reacción atómica ulterior. La denominaron implosión arquetípica.

     - ¡Estos sabios se inventan cada nombre!

     - Así es. ¡Ja, ja! Una auténtica majadería al decir de los propios colegas de este par de doctores, una quimera, un despropósito, por tanto. Y en el caso de Alex…

     -Bueno, es sólo un impulso emocional sin peligro. Curiosamente creo que lo han detectado en Alex. Sin duda es una gran inteligencia que no debía ser desaprovechada. Todavía estamos a tiempo de iniciarla y sumarla a algún grupo de operarios que lo controle y nos sea fiel. ¿No te parece que sería un desperdicio desecharla? – apuntó Bartok.

     - Lo que entiendo es que podría representar un riesgo potencial que no tenemos por qué arrostrar o padecer. Además, él, como creador del dispositivo del potenciador… Lo conozco y posiblemente incurriríamos en una contingencia susceptible de generar una crisis. ¡No, no podemos exponernos!

     En ese instante la voz de un individuo en la pantalla intermodal les interrumpió…

     -Señor, se detecta una anormal acumulación de energía.

     -Aumenten la señal de compensación y control energético. ¡Vamos, y rebajen la intensidad de la interconexión interpersonal hasta fase uno! – reprobó la invectiva de Trash.

     -Ah, oye, ¿hay ya alguna resolución respecto a la propuesta de ahorro en la conservación de los estúpidos voluntarios que se presentaron a los análisis del concurso seminal? – prosiguió Bartok.

     - Te refieres, supongo, a la supresión del sostenimiento de los individuos completos tras sedarlos y mantenerlos en animación suspendida, eliminando el mantenimiento de los cuerpos, pero no el de los cerebros... No hay nada definitivo. Aun así, no cabe duda de que tenemos que tender a eso. En caso contrario, el proceso de conservación acabaría siendo extremadamente caro – opinó Trash.

     - ¿Y qué opinas de la inclusión de nuevas ensoñaciones deductivas que conciten a la figuración de un posible viaje futuro a un mundo nuevo?

     -Entiendo que ya se ha producido algún ensayo en ese sentido. Pero me da la impresión de que, aunque consigamos extrapolar conclusiones relativas a cómo actuarían en una secuencia de crisis las mentes soliviantadas, el peligro de pervivencia en las conciencias tras la fase de sueño es importante. No me parece un procedimiento seguro, pese a que experimentar esos supuestos nos vendría bien.

     Otra vez el sonido del interfono les molestó.

     - Jefe. Aun a riesgo de incomodarle, debo decirle que hay pequeños fallos en el ciclo de seguridad y control. Han bajado los niveles de fluido energético y se puede producir una suspensión del depósito en el tanque de electrolisis.

     - ¡Joder, ¿es que no sabéis solucionar una nimiedad sin mí?! ¿Me estás diciendo que corremos el riesgo de sufrir una eventualidad que despierte los cerebros?

     -Así es.

     -En fin, suspenda el canal del tanque y genere el cortocircuito de interconexión cerebral. Es preferible anular el sistema temporalmente que acercarnos a un colapso.

     Desconectaron todos los intercomunicadores y aguardaron a ver si obtenían el resultado apetecido durante unos minutos.

     En ese instante comenzaron a saltar chispas y a producirse pequeñas detonaciones sordas. La sinergia de energía no se había interrumpido y amenazaba con producir una explosión incontrolada.

     -Cancelen el proceso. Disparen la supresión neuronal – sonó como un chillido la orden de Trash después de unos instantes de duda.

     Pero para entonces la secuencia era irreversible. Una luz muy blanca se extendió por la estancia. El estampido fue descomunal. Todas las conexiones saltaron hechas añicos. Y lo mismo los operadores, los centros de contención y los depósitos de cerebros. Tampoco se salvaron los supervisores, la Gran Gea y el edificio en sí.

                            ************************************

     A la mañana siguiente los servicios de extinción tenían acumulado un trabajo ímprobo en el centro de la Dirección de Sanidad. Allí un montón de cuerpos y cerebros se pudrían al sol de mediodía.

     Por toda la ciudad un cúmulo de individuos somnolientos como zombis, Alex entre ellos, que no conocían ni sospechaban cuanto había ocurrido, deambulaba de acá para allá sin saber qué hacer ni a quién obedecer. Pero un rumor de alerta inconsciente les llegaba desde el interior de sus cerebros, diciendo…

     - ¡Hemos vencido!

 

 

 


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