PALABRAS SOLITARIAS (Poema)

 

     Repasando la ruta de los libros

cuando el colegio era una aventura

o cuando el pulso de mis escritos

aún tenía magia y no olor a rancio

ni luces de vela oscura.

Y allí estaban las palabras nido

donde recluirte y recuperar

el calor vivo de una madre lejana.

Palabras dormidas al arrullo del mar

y palabras pesadilla que se van abriendo

mientras esperas llegar la explosión

de los ojos abiertos, que como un cerco

te impedirán reconocerte en el espejo

o que dan miedo y con un empujón

te hacen entrar en la estación del delirio.

Palabras bruma para cuando te despiertas

y estás perdido en un camino sin salida,

entre un cúmulo de vocablos equívocos,

de términos y letanías inciertas en confusión.

Palabras puente que alargan las manos

entre tú y yo o que besan nuestros labios

al pasar por un río de bullicios y reyertas.

Palabras humo que centellean con fuego

y tras marcar su sello en las pupilas

y en el corazón de las piedras

dejan una nube de misterio cautivo

y un regusto a lima con olor a fresa.

Palabras fugitivas, que salen de tu boca

y dicen más allá de lo pretendido,

que cuando asoman ya no puedes callarlas.

Palabras fruta que dejan el sabor de la miel

en el paladar y a veces la acritud insana

de un bocado podrido y viejo.

Todas estas palabras tienen aún su latido,

pero el ritmo acelerado de los tiempos

lo hace decrecer y acabar en el olvido.

Tantos millones de mundos son sólo sinsentidos,

un tétrico son de palabras con forma de eco,

en espera, infatigables sonidos

sin comienzo, sin final, reflejos

sobre el vaho de un cristal hueco,

producto de un grito a punto de hacerse añicos.