Los ojos y los ecos

         La pareja de ocupas era entrevistada por la cadena local de televisión. Sin determinar la hora, pero no sine die, sino hoy, se presentaría la comisión judicial para llevar a término el lanzamiento judicial.      - ¿Tiene algo que decir a nuestros espectadores poco antes de que se produzca la personación de las autoridades que van a desalojarles a usted, señor Niño, a su mujer y su hijo? –preguntaba el entrevistador.      - Sólo quiero decirles a ustedes, que me están viendo, que el señor Niño- dijo tocándose el pecho-, mujer e hijo queremos agradecerles su interés y su apoyo. El señor Niño sólo pide a Dios que interceda ante las autoridades y tenga compasión de esta familia que ni tiene lo mínimo para subsistir.      - ¿Le han comunicado a qué hora llegará la comisión judicial?      - No han comunicado nada a la familia. Hace una semana fuimos al ayuntamiento a solicitar ayu...

  ¡Ay! En mi busca fui descubriendo… El corazón salobre de esta tarde. La sombra ahíta de la noche. Los rostros huecos del agua. La camisa fluctuante del viento. El perfil informe de las llamas. El porvenir inquietante del tiempo suspenso. El pasado lábil de este instante. La sinrazón de la verdad soberbia. La verdad tácita de la sinrazón. Las mil mentiras que encubre la certeza. Los conflictos que esconde la paz. El tacto susurrante de los sueños. El sueño de una cama vacía. Las voces encadenadas a los silencios. La sonrisa por la que se descuelgan las lágrimas. El ir y venir de las resonancias y evocaciones. La realidad que sólo se muestra en los espejos. Mi existencia sólo porque tú me lees.  

       Convergencia de una mirada al abismo y una escalera para subir al altillo. Consecuencia de una tarde que se alarga con las sombras y una noche que se acerca. Coincidencia de cientos de ausencias y el polvo del tiempo acumulado en abulia y abandono. Coherencias de los caminos del pasado con los cruces y senderos que hoy me llevan. Confluencias de bocas y ojos que nos miraban buscándose entre sí y que ya no se encuentran, ni siquiera tienen caras. Concordancias de un aliento febril y el aire de otro anhelo. Cadencias del sonido de unos besos lúbricos con los ecos de los labios y cuerpos ya lejos. Concomitancias de los días de tantos acuerdos y desencuentros con el mortecino crepúsculo de las despedidas. Avenencia de los recuerdos nostálgicos y de los olvidos absurdos o premeditados. Conveniencias de las olas dulces que mojaban nuestros pies y la resaca de las orillas y arenas que empujan al mar profundo. Conso...