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Mostrando entradas de enero, 2023

OJO Y ECO 13

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MIL GRACIAS (Poema)

  Mil gracias a la tierra, que me abre su siembra para que hunda mis raíces. Gracias al fuego que proyecta mi sombra libre en el hogar, para que dance con otras mientras mi melodía suena. Gracias mil al agua tibia, que permite que llueva y llora con la tristeza de mis lágrimas para que no estén solas. Gracias al sueño que nos desvela mil misterios y descorre las cortinas de nuestros corazones. Mil gracias al portal del viento, que dispersa el eco de mis palabras para que puedan decir y llamar a cada uno por su nombre secreto. Agradecido al espejo cristal de tus ojos porque me libra de la nada, porque me veo en ellos y te encuentro en lo profundo del alma.

LA CADENCIA DEL SILENCIO (Poema)

       La cadencia del silencio me mata cuando recuerdo que nada queda. Y me marea la impertinencia del tiempo, que golpea la puerta de los ojos sin alba y los instantes de vela hasta oír la penúltima sentencia, cuando sangran por el complot de las pupilas, de la conciencia, la sospecha de una conjura. Si se tratara de dar sentido a las vidas con una muerte que valiera la pena o con un guiño de estas palabras, por qué sólo desfallecen y se juntan en los labios tan largamente dislocadas y fingiendo caricias discretas, inoportunas, cuando encubren latencias secretas y traviesas. Válgame decir insensateces mutiladas por la urgencia que no espera nunca para tratar de intuir la música secreta de las voces inciertas que ni se pronuncian, que por incompletas son eternas. Es terrible presentir que no puedan llegarte, aunque se griten al aire, aunque no las entiendas.                              ...

NEURA (Relato)

         Acababa de dejar el coche en el aparcamiento al regreso de su trabajo en la oficina. A las diez y doce minutos de la noche Eufemio tomó el ascensor que lo llevaría a la planta décima en que vivía. Restregó bien los zapatos en el felpudo para no dejar ninguna marca en la tarima. Abrió con su llave como lo hacía siempre, manipulando el llavero con sumo cuidado de no rozar la puerta para no dejar marcas. Entró en el piso y, tras de saludar y cotejar con su cronómetro de pulsera los distintos relojes de la casa a la vista, metió el calzado en su armarito y se presentó en la habitación. Se desvistió y plegó con sumo cuidado la ropa, recogiendo con mimo la chaqueta en el perchero, y se atavió con un chándal cómodo para andar por casa. Por último, repasó en una ojeada general las superficies del suelo y de los muebles, comprobando su estado satisfactorio.      Su mujer Alba abandonó la sala en la que veía un programa de variedades en la t...